lunes, 9 de abril de 2012

De Jimena Cruickshank

Siento tanto que el cuerpo se haya ido, 
porque soy egoista.
pero celebro que su presencia se quedará en nosotros por siempre.
 
Donde quiera que esté,
 
Luz María, 
 
fue una persona,
y ahora un espíritu,
que me hizo mantener la esperanza,
de que el alma, el pensar, pueden cambiar,
que el mundo puede ser una cosa diferente.
 
Ella es de las personas que me devolvieron la esperanza,
que me hicieron creer otra vez en el hombre,
que es capaz de cosas elocuentes y congruentes,
que muchas cosas son posibles.
 
 
Mi vecina,
luego mi abuela postiza,
y en el ocaso, mi amiga y compañera de casa.
Le agradezco las largas conversaciones en la noche,
en la casa de Guadalupe,
Le agradezco, sus flores amarillas de octubre en mi casa,
Le agradezco sus dulces mazapanes,
su presencia en mi vida.
Ella celebró mi nacimiento, aun cuando mi mamá sólo era una  vecina desconocida.
 
GRACIAS. Amigos Chapela

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