lunes, 25 de agosto de 2008

Fuera de contexto, las cosas no se ven igual

Esto lo mandó Nacho Páramo:

Aquella podría ser una mañana más como otra cualquiera. Un sujeto entra en la estación de Metro, va vestido con un pantalón vaquero, una camiseta barata y se sitúa cerca de la entrada... extrae un violín de la caja y comienza a tocar con entusiasmo para toda la gente que pasa por allí, es la hora punta de la mañana.

Durante los 45 minutos que estuvo tocando el violín, fue prácticamente ignorado por todos los pasajeros del Metro.

Nadie sabía, que ese músico, era precisamente Joshua Bell, uno de los mejores violinistas del mundo, ejecutando sin parar las piezas musicales más consagradas de la historia, con un instrumento muy especial, un violín Stradivarius, estimado en un valor de más de 3 millones de dólares.

Unos días antes, Bell, había tocado en La Sinfónica de Boston, donde los mejores lugares para el concierto costaban la bagatela de 1000 dólares la entrada.

Esta experiencia que ha sido grabada en vídeo, muestra a hombres y mujeres que caminan muy rápido, cada uno haciendo una cosa, pero todos indiferentes al sonido del violín...la iniciativa fue realizada por el Diario The Washington Post, con la finalidad de lanzar un debate sobre el valor del arte, y de su contexto.

LA CONCLUSIÓN: Estamos acostumbrados a dar valor a las cosas cuando están en un determinado contexto. En este caso, Bell, era una obra de arte en sí mismo, pero fuera de contexto, un artefacto de lujo sin la etiqueta de la marca.

Aquí lo pueden ver y escuchar:


Nota: Tiene 41 años de edad. Al retirarse de tocar en el metro tenía en su funda sobre el piso 32 dólares

La nota del periódico está aquí

2 comentarios:

Paco dijo...

Bueno. Tal vez no fué que la gente fuera insensible. Quizás lo que pasaba era que todos tenían que darse prisa para llegar a su trabajo y poder conseguir el dinero necesario para -semás de comer- poder pagar sus boletos para un concierto de un violinista muy bueno que estaba tocando por esos día en la ciudad...

Pilar Chapela dijo...

Qué buen experimento. Quizá si habla de la falta de percepción y de costumbre de detenerse, al menos un instante, a escuchar algo poco común. En las estaciones hay algunos que tienen que esperar, no todos corren. Kika